jueves, 18 de octubre de 2018

Día 6


Al principio de la clase, Rocío nos ha estado comentando las posibles jornadas a las que asistir, posibles excursiones a realizar y talleres. La clase se basó en la asistencia a una jornada de emprendimiento en educación, en una de las aulas de la facultad.
 
Tras esto, mandó la realización de “mi yo ambiental”, el cual desarrollo a continuación.
Nací y vivo en un pequeño barrio situado cerca de la estación de trenes de Santa Justa: San José Obrero. Es un barrio que, comparándolo con los demás, destaca la gran cantidad de jardines y árboles a su alrededor. Es más, justo debajo de mi balcón hay un gran jardín que abarca todos los bloques.

Mi infancia considero que fue una infancia feliz y normal. Se basaba en ir al colegio, jugar por las tardes en la calle y pasar tiempo con mis padres y mi hermano. En esos momentos, la situación económica en mi casa era idónea para poder permitirnos ir de vacaciones todos los veranos. Normalmente, decidíamos ir a la playa, ya fuese Huelva, Cádiz o Almería, pero algunas veces optábamos por pequeñas casas rurales en la montaña.






 
Recuerdo también con mucho sentimiento un viaje que hicimos a un pequeño pueblo de la provincia de Ávila, denominado Solana de Ávila, en el cual realizamos muchísimo senderismo y nos bañamos en sitios espectaculares.

Además de esto, mi relación con la naturaleza se limitaba a ir de excursión a granjas escuela y algunas otras que hicimos a la sierra de Sevilla.
Mis vacaciones en la adolescencia ya comenzaron a reducirse notablemente, ya que mis padres no podían permitírselo. Aun así, mis abuelos hacían todo lo posible por regalarnos unos días en Chipiona a todos: mis padres, mi hermano, mis tíos, mis primos y yo. Nos encantaba y disfrutábamos todos muchísimo.

Mi abuelo comenzó a estar un poco enfermo y ya no nos podíamos permitir irnos allí porque él no se encontraba en buenas condiciones para ello, por lo que Chipiona se acabó. Es entonces cuando comencé a irme a Grazalema con mi prima. Allí teníamos un grupo de amigos a los cuales les gustaba mucho su pueblo por la gran cantidad de vida que albergaban sus bosques, y más les gustaba presumir de ello. Por esto, solíamos hacer excursiones con ellos, además de hacer senderismo con mi tío, que también disfruta muchísimo caminando por la montaña.


 
Los años pasaron y el grupo de amigos de Grazalema se fue difuminando, ya que comenzaron a marcharse del pueblo para iniciar sus estudios. Fue entonces cuando mi contacto con la naturaleza se redujo bastante. Únicamente disfrutaba de ella cuando iba a la playa, que procuraba ir a las calas más naturales con tal de no encontrarme basura mientras nadaba.


 
Actualmente, tal y como acabo de señalar, mi contacto con la naturaleza se limita a ir a la playa.

En cuanto a la contaminación a mi alrededor, he de decir que viviendo en una capital y al lado de una estación de trenes obviamente será mayor que en zonas rurales, pero sinceramente no me afecta o molesta. No sé si es porque en Sevilla no habrá tanta como en otras ciudades o porque estoy acostumbrada ya que vivo aquí desde que nací y mi contacto con la naturaleza es muy reducido.

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